Saturday, January 23, 2010

MAUSER

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Herman Beals, en Nueva York
En Estados Unidos uno puede comprar desde una aguja a un elefante mediante las ventas y remates por televisión. Una noche, mi hijo Carlos, quien nació en Venezuela pero siente más afinidad por Chile, el país de sus padres, decidió comprar un fusil Mauser que estaba en oferta en uno de los canales de TV.
¿La razón? El Mauser habia sido utilizado por el ejército chileno y, de una forma u otra, estaba siendo ahora vendido a través de la televisión estadounidense.
A los pocos días, el correo trajo el arma a nuestra casa de Virginia, donde vivíamos entonces.
Al comienzo, todos estábamos entusiasmados con el fusil.
Carlitos no sólo había comprado el arma, si no también las balas apropiadas y, como teníamos una propiedad bastante grande, disparó varias veces en el bosque.
El estampido era ensordecedor y nos compadecimos de los soldados que en el pasado la habían usado regularmente, primero en Alemania, de donde era originaria, y después en Chile, donde estuvo en servicio hasta mediados del siglo pasado.
Enseguida, guardamos el arma detrás de una puerta y nos olvidamos de ella.
Algunos años después, ya en nuestra actual casa en el estado de Nueva York, Angélica agregó una pieza con techo y paredes de vidrio para mantener sus plantas y flores en invierno, lo que aquí se llama “greenhouse”. El Mauser estaba en el garage, junto a la nueva construcción, y cuando uno de los maestros constructores lo vio, estaba entusiasmado y ofreció comprarlo. Dijo que podría ser un excelente fusil para cazar venados, que abundan en la zona y en el otoño y el invierno, cuando la nieve ha reemplazado el verdor del césped y las hojas en los árboles, hacen estragos en los jardines. Angélica le dijo que no.
Cerca de la pieza de plantas, Angélica cultiva su huerta, con tomates, pepinos, lechugas, cebollas, zapallos (calabazas), ají y hasta maíz.
Un día yo estaba agachado tratando de sacar algunos tomates para hacerme un “chancho en piedra” (un plato típico chileno con tomates macerados, cebollas, ajo y ají), cuando sentí que algo me tocaba el cuero cabelludo, cerca del cuello.
Me volví y era Angélica que me estaba apuntando con el Mauser.
“Nadie se roba mis tomates”, me dijo, con la mano en el gatillo.
Hasta hoy, no se si me habría disparado si yo hubiera seguido sacando sus tomates. Pero no estoy muy seguro, de una manera u otra.
El Mauser todavía está detrás de una puerta en Nueva York.

Tuesday, January 19, 2010

EL ASIENTO DEL PUEBLO

Herman Beals

Después de perder en la cuna del izquierdismo (liberalismo, como lo llaman en Estados Unidos), Barack Omaba y sus seguidores siguen empeñados en el suicidio político con su obstinada determinación de aprobar una ley de salud que la mayoría del país rechaza categóricamente.
Contra todos los pronósticos, el republicano Scott Brown derrocó a Martha Coakley para privar a los demócratas de su mayoría absoluta de 60 votos en el Senado, humillando de paso al presidente Obama y su arrogante política de anteponer el estado y su ideología a los deseos legítimos de la mayoría de sus compatriotas.
Aún antes de que la señora Coakley admitiera la derrota, sus correligionarios demócratas estaban tratando desesperadamente de atribuir el triunfo de Brown no a sus cualidades y el deseo de los votantes de Massachusetts de enviar un mensaje de advertencia a Obama, sino a la incompetencia de la candidata.
El día antes de la elección especial para reemplazar en el Senado a Ted Kennedy, quien murió el año pasado, un columnista del Boston Herald reflejó con sus insultos hacia la candidata la nueva estrategia: proteger al ocupante de la Casa Blanca.
El columnista Michael Graham afirmó que la candidata, quien es la fiscal general del estado de Massachusetts, que ella posee “la clase de estupidez política necesaria para que un demócrata pierda una elección al Senado en Massachusetts”.
Y continuó: “Hay que llevar a cabo un absoluto desastre de una campaña para perder frente a un republicano (en ese estado de Nueva Inglaterra). Y eso fue lo que hizo Martha Coakley. No fue el Hinderburg o el Titanic. Fue el Hindeburg estrellándose contra el Titanic”.
Es obvio ahora que la tarea de los demócratas es tratar de proteger a Obama y salvar sus iniciativas, en especial la reforma de la industria de la salud, una medida que rechaza casi el 60 por ciento de los estadounidenses.
Y no sólo eso. Menos de 48 horas de la elección, Obama viajó a Boston para tratar de salvar la candidatura demócrata. Mejor no lo hubiera hecho. A partir de ese momento, las encuestas –que serían ratificadas en la elección— se inclinaron aún más hacia Brown.
Obama, que parece perder su elocuencia cuando improvisa sus discursos, se burló una y otra vez de Brown porque maneja una camioneta GMC con más de 200.000 millas (unos 400.000 kilómetros).
Aparentemente Obama olvidó que su gobierno es prácticamente dueño de GMC y, en vez de alabar la extraordinaria duración del vehículo, optó por tratar de ridiculizar al candidato.
Brown era hasta ahora un senador en la asamblea estatal, con una atractiva familia, cuya mayor incursión a la fama había sido posar desnudo para una revista cuando era joven.
Fue obvio que Obama subestimó a Brown, quien realizó una campaña impecable y ganó miles de adeptos cuando, durante un debate con su oponente, corrigió al moderador diciéndole cuando éste señaló que la elección era para ocupar el asiento senatorial del fallecido Kennedy.
“Con todo respeto, no es el asiento de Kennedy. No es asiento de los demócratas. Es el asiento del pueblo”.
Los republicanos, una gran mayoría de los independientes y una buena porción de los mismos demócratas estuvieron de acuerdo con esas palabras y lo eligieron con una sólida mayoría.
Su elección significa que los demócratas quedaron ahora con 59 votos en el Senado y no con los 60 que tenían, y que eran necesarios para imponer la ley de reforma a la salud, según los estatutos legislativos, lo cual significa que la iniciativa favorita de Obama podría estar ahora en la sala de cuidados intensivos.

Monday, January 11, 2010

INSULTOS AL POR MAYOR

Herman Beals, desde Nueva York

¿Fue Barack Obama elegido presidente porque no es muy negro y también porque, cuando quiere y le conviene, no habla como negro?
Eso es, por lo menos, lo que piensa Harry Reid, el jefe de la mayoría demócrata en el Senado de Estados Unidos, según un nuevo libro que está desatando toda clase de escándalos en Washington.
Las revelaciones hechas por los periodistas John Heileman, de la revista New York, y Mark Halperin, del semanario Time, en su libro “Game Change” (Cambio de Juego), no sólo han afectado a Reid, el senador de Nevada cuya reelección en las elecciones de noviembre parece muy problemática, sino también a Bill y Hillary Clinton, a Sarah Palin –aunque en el caso de la ex candidata vicepresidencial sólo de manera superficial – y a diversas otras figuras prominentes en la política estadounidense.
Reid es quien parece estar en serios problemas no sólo por su apreciación sobre Obama, cuando éste era candidato, sin porque todo comentario de tipo racial es casi un suicidio político Estados Unidos, en especial cuando parte de la boca de un blanco.
Según el libro, Reid dijo, de manera privada, que Obama tenía buenas posibilidades de ser elegido porque su piel era “ligera”, es decir, no totalmente negra y porque, cuando quería, “no hablaba el dialecto negro”.
Reid no negó su afirmación y, tan pronto como fue revelado el contenido del libro, aún antes de que se le pusiera en venta, se deshizo en disculpas con Obama.
El presidente aceptó de inmediato las disculpas, pero fue evidente que Reid no sólo había ofendido al mandatario, a quien al momento del exabrupto era era su colega en el Senado, sino, por extensión, al resto de los millones de negros y no blancos que hay en el país.
Reid ha sido vital en adelantar, entre gallos y medianoche, el proyecto de ley de reforma del cuidado de la salud, la iniciativa favorita de Obama y, por supuesto, el mandatario no perdió tiempo en perdonar a su amigo y compinche en el Senado.
Aunque como es obvio no lo dijo, la ley que a la larga estatizará la industria de la salud en Estados Unidos, es más importante para Obama que un insulto por el color de su piel y la forma en que habla...o no habla.
Es posible, sin embargo, que Obama no haya estado tan dispuesto a perdonar a su actual secretaria de Estado, Hillary Clinton, quien, según el libro, estaba a favor de exponer más a fondo, durante las elecciones primarias del Partido Democrático, el supuesto uso anterior de drogas prohibidas por el actual mandatario.
Tampoco debe haber hecho mucha gracia al presidente una frase atribuida a Bill Clinton mientras hablaba con el Ted Kennedy, ahora difunto, durante la campaña de las elecciones primarias.
Según el libro, Clinton comentó a Kennedy que en otros tiempos, en vez de buscar la presidencia, Obama les habría estado sirviendo café a ambos.
A Kennedy no le gustó lo que había escuchado y desde ese momento se convirtió en un pilar de la campaña de Obama, quien también encajaba mejor en sus ideas y preferencias izquierdistas que la señora Clinton.
Sarah Palin es el blanco favorito de los comentarias y escritores “liberales” de Estados Unidos y otras partes del mundo y, como es lógico, está incluida entre los personajes de “Cambio de Juego”, pero el daño ha sido menor por la sencilla razón de que lo escrito por Halperin y Heileman ya lo había íncluído ella misma en su libro “Yendo Rebelde” que sigue primero en la lista de los volúmenes más leídos en el país.
Halperin y Heileman no aspiran a vender el mi|llón y medio o más de libros como lo ha hecho la posible candidata presidencial en 2012, pero por ahora no hay duda de que “Cambio de Juego” es una escandalosa sensación.