Sunday, March 17, 2013

SARAH PALIN: ADMIRACION Y ODIO



Por Herman Beals

Sarah Palin volvió en gloria y majestad a la escena política, pero sus detractores se niegan a reconocer que la mujer que surgió desde Alaska a la escena nacional para cautivar al país -o despertar profundo odio entre los izquierdistas o de quienes gozan de privilegios en Washington- pueda tener un efecto en las elecciones que en el año 2016 harán de Barack Obama un mal recuerdo para los republicanos y, especialmente, para los conservadores e independientes constitucionalistas.
Hasta uno de los más ardientes críticos de la señora Palin, el diario Washington Post, reconoció que la aparición de la ex candidata vicepresidencial en uno de los máximos conclaves conservadores de Estados Unidos fue un éxito, con la multitud otorgándole, de pie, los mayores aplausos, entre las varias docenas de oradores que participaron en la asamblea.
La respuesta dejó en claro que ella mantiene un enorme capital político en la base conservadora”, dijo el diario, pero el periódico no pudo resistir la tentación de afirmar que las reiteradas ovaciones “recordaban el período en que era quizás la figura más prominente del Tea Party o Partido del Té, cuyos integrantes rechazan la injerencia excesiva del gobierno en sus vidas.
Esa tónica, de insinuar que la señora Palin no es más la figura dominante entre los republicanos conservadores, es casi unánime entre los órganos de opinión izquierdistas y aún entre los medios del sector derechista tradicional, cuyos privilegios son expuestos a menudo por la ex gobernadora de Alaska.
La verdad es que Sarah Palin es odiada por los izquierdistas que temen que declare su candidatura presidencial y por los derechistas que no la consideran miembro de la clase establecida y tradicional del Partido Republicano.
Muchos esperaban que la lider conservadora fuera candidata a la presidencia contra Obama el año pasado, pero ella decidió no aceptar el desafío y finalmente los republicanos llevaron como abanderado a un empresario que causaba desconfianza entre amplios sectores del partido y que ahuyentó a la clase media trabajadora en vez de atraerla.
Varios otros prominentes republicanos decidieron no participar en las elecciones primarias, pero ninguno de ellos fue atacado entonces, o ahora, como sucede con Sarah Palin, quizás porque ninguno de ellos disfruta de la popularidad que tiene ella.
Casi todas las versiones periodísticas sobre su participacion en la asamblea conservadora llamada CSPAN reconocen que la dirigente fue la más aplaudida, pero al mismo tiempo incluyen una salvedad no respaldada por nada concreto: la creencia es que ella no será candidata a la Casa Blanca en 2016.
Es posible que sea así, pero sólo ella puede saberlo y en los tres años y medio que faltan para los comicios pueden suceder muchas cosas. Pero la muletilla no es repetida cuando se trata de los nuevos preferidos de la prensa izquierdista y de los propios comentaristas afines al statu quo entre los republicanos: los senadores Rand Paul, un dentista de tendencia libertaria, y Marco Rubio, hijo de inmigrantes cubanos que hasta hace unas semanas era mencionado como candidato fijo a la presidencia pero cuyos bonos parecen haber empezado a cotizarse a la baja en estos días.