Saturday, February 20, 2010

LIBERTAD EN EL CORAZON

Herman Beals
Desde sus tiempos de estudiantes, Vicky era la mejor amiga de Angélica. Un día en su casa de Santiago, y a propósito de un comentario mío sobre el intenso interés que Angélica ponía en sus labores de joven reportera, Vicky me dijo: “Ella es así. Nunca te interpongas en sus causas”.
Poco después, abandonamos Chile con rumbo a Venezuela, que entonces era libre, próspera y democrática. Tras ocho años en Caracas seguimos a Estados Unidos, el país odiado y vilependiado por los izquierdistas y los envidiosos, pero que es es mejor crisol para los inmigrantes del mundo.
Eso fue antes de Allende y Pinochet, de modo que Angélica no fue tocada de cerca por los aciagos días socialistas, primero, y por la dictadura, necesaria pero implacable, que vendría después.
Pero Morita, como le dice la familia, estaba destinada a luchar a la distancia contra las dictaduras y por la libertad de los pueblos oprimidos.
Primero fue Cuba –y lo sigue siendo—y ahora Venezuela.
Angélica fue quizás una de las primeras personas en darse cuenta de que Fidel Castro quería perpetuar su dictadura fuera de las fronteras de Cuba teniendo como fiel discípulo a Hugo Chávez, el semi ignorante ex paracaídista con designos mesiánicos para su país y los venezolanos.
Cuando los hijos --Herman Jr, Carlos y Jennifer—nos dimos cuenta que a la causa cubana se agregaba ahora la venezolana, nos miramos, resignados, pero también dispuestos a colaborar con la Morita en lo que fuera posible.
Sin exageración alguna, me atrevo a decir que miles de cubanos han sido tocados, directa o indirectamente, por la feroz lucha anticastrista y, al mismo tiempo, por la generosidad de Angélica.
Ella ha enviado remesas de dinero, medicamentos, anteojos y hasta “amadrinó” a un cubano para que pudiera salir de la isla. Esto último fue una sorpresa para mí. Un día, cuando vivíamos en Virginia, me pidió que la acompañara al aeropuerto. Cuando le pregunté las razones para ello, me dijo: “Alguién está llegando”.
Así fue como recibimos al refugiado cubano en nuestra casa. Vivió con nosotros durante algunos meses, hasta que encontró trabajo. Tengo entendido que ahora vive con su esposa e hijos en Nueva Orleans.
Así es la Morita.
Primero tecleando en una anticuada computadora y ahora en un moderno “laptop” que le regaló Jennifer, Angélica pasa horas preparando sus “blogs” y sus colaboraciones para diversos sitios de Internet que luchan por la libertad cubana o que tratan de librar a Venezuela del tirano discípulo de Castro.
Día a día le llegan a Angélica decenas y hasta centenares de colaboraciones desde Cuba y de todas las partes del mundo en que la dictadura ha dispersado a los cubanos que no comulgan con el régimen.
Con esas colaboraciones –que relatan las penurias en la isla y la dura realidad que enfrentan muchos cubanos desplazados, especialmente en Europa, donde son recibidos con fanfarria pero pronto abandonados a su suerte—Angélica prepara un “Puente a Cuba” que es diseminado por uno de los sitios más populares, con sede en Miami.
Además, Angélica mantiene dos “blogs” propios, de los cuales, con toda razón, se siente orgullosa.
Primero, era una batalla diaria colocar sus escritos en los blogs que le confeccionó Jennifer, quien es experta en estas cosas. Después siguió otra lucha, porque Morita decidió ilustrar sus notas, De nuevo fue socorrida por Jennifer y amigas en Miami y Venezuela.
Enseguida, pensó que sería bueno tener videos en sus blogs. Durante días se estuvo esforzando por incluirlos, hasta que lo logró con ayuda a la distancia de una amiga cubana en el exilio.
Ahora muestra con orgullo sus escritos, que son reproducidos en decenas de sitios cibernéticos y en la prensa escrita tradicional. A sus ilustraciones agrega sus propios dibujos y caricaturas. Angélica es una consumada pintora con docenas de cuadros que adornan las paredes de nuestra casa.
Todo esto le toma horas de intenso trabajo y la familia le pide que afloje un poco el ritmo. Pero es su causa y ella no lo va a hacer, a pesar de las coyunturas de sus dedos inflamadas por la artritis, enfermedad que muchos días le hace caminar con pena.
Angélica nunca ha estado en Cuba y no lo podrá estar mientras dure la dictadura allí.
Pero yo le he ofrecido llevarla a La Habana tan pronto como los hermanos Castro sean superados por la libertad que inexorablemente llegará a la tierra de Martí. Entonces, quizás muchos cubanos deseará conocer personalmente y estrechar la mano de la amiga que durante décadas han tenido a la distancia.

Thursday, February 18, 2010

MAJESTUOSO

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Foto de The Daily Caller

Saturday, February 13, 2010

MÁS RESPETO PARA SARAH

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Herman Beals, desde Nueva York

Nada enoja más a los rabiosos enemigos de Sarah Palin que una opinión favorable vertida sobre la carismática política que parece tener la vista firmemente puesta en las elecciones presidenciales del año 1012.
Eso es lo que sucedió esta semana cuando un respetado e influyente columnista advirtió a los millones de anti palinistas que mejor la tomaran en serio, como una figura formidable en la política estadounidense.
Quienes subestiman a Sarah Palin lo hacen a su propio riesgo, escribió David Broder en The Washington Post.
Eso bastó para que el veterano analista, quien generalmente es alabado por los izquierdistas, fuera calificado de idiota por sus antiguos admiradores.
Durante décadas Broder se ha identificado con las causas “liberales” y como un abierto defensor de los políticos demócratas, hasta hace poco el presidente Barack Obama, entre ellos, pero sin ser cegado por el rencor ideológico de muchos de sus colegas en la prensa norteamericana.
“Debemos tomar a Sarah Palin seriamente”, dijo Broder, impresionado por el discurso que pronunció la ex gobernadora de Alaska en una convención del “Tea Party”, la agrupación nacida del descontento de los norteamericanos con la forma como se conduce el gobierno, los altos impuestos y la cada vez más astronómica deuda nacional.
Bendecida por una entusiasta audiencia de activistas conservadores, “Palin usó la convencion del Tea Party para mostrar el completo repertorio que posee, hablando de la seguridad nacional, de la economía, de política fiscal y social, y de todo los otros sectores en que podía trazar un contraste con Barack Obama y apuntar a lo que los republicanos ven como vulnerable en Washinhton”, afirmó Broder.
Y añadió, refiriéndose al hecho de que la señora Palín había escrito en su mano tres palabras para hacer énfasis en los puntos que quería destacar, lo que prontamente fue ridiculizado por la Casa Blanca: “Quienes desean detenerla necesitan más munición que mofarse de su hábito de escribirse en la palma de la mano, dijo Broder. “La dama es buena”.
Pero, más que los ataques y los elogios despertados por el discurso, lo que quedó en evidencia esa noche fue el hecho de que la señora Palin elogiara “la belleza democrática” de las elecciones primarias, mediante las cuales los partidos políticos seleccionan a sus candidatos.
Tácita, y astutamente, estaba diciendo que el Tea Party no debía transformarse en el tercer partido político de Estados Unidos, si no hacerse sentir en el proceso interno de las elecciones primarias republicanas.
Los políticos y comentaristas tradicionales de Washington generalmente han preferido ignorar esa referencia a las elecciones primarias.
Ellos saben que esa “es la puerta abierta” a que a menudo se refiere Sarah Palin cuando se le pregunta si será candidata a la Casa Blanca para limitar a Obama a un período y no dos, como quisiera el actualmente afligido presidente.
Y, para echar sal a las heridas de Obama, Sarah Palin hizo estallar en aplausos a los asistentes a la convención cuando les preguntó con la picardía que la ha hecho famosa: “¿Y cómo les va con esos cambios ahora”?

Sunday, February 7, 2010

EL TESORO DE TARZAN

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Herman Beals
La primera película que ví en mi vida fue El Tesoro de Tarzán. Confieso que más que las hazañas del “hombre mono”, lo que más me interesó fueron las piruetas de la mona Chita y las piernas desnudas de Mauren O’Sullivan en su papel de Jane Parker, y quizás no en ese orden.
Pero si las proezas de Johnny Weissmuller, quien había sido campeón múltiple de natación en dos olimpiadas en la década de 1920 no me impresionaron mucho, la magia de la cinematografía me dejó maravillado.
Lo mismo sucedía con mi amigo Carlos Gutiérrez, quien aplaudía cada vez que Tarzán se deslizaba de árbol en árbol con la ayuda de lianas, o cuando los elefantes acudían a socorrerlo.
Carlos no tenía dinero suficiente para pagar la entrada a la “platea”, pero se ganaba el derecho anunciando las películas de cada fin de semana recorriendo el pueblo armado de una bocina y gritando a todo pulmón en cada esquina: “Vengan a ver a Johnny Weissmuller en El Tesoro de Tarzán, la última gran película del Hombre Mono”, o algo por el estilo.
Carlos era mi compañero de banco en la escuela. Su padre era el recolector de basura del pueblo. Lo hacía en una carreta tirada por una yunta de bueyes que eran mantenidos en un corral techado en el patio de la Municipalidad, que quedaba frente a mi casa.
Yo tenía ocho o nueve años y nunca he olvidado esa noche, no tanto por la película como por lo que sucedió después.
El “teatro” de Chanco consistía de dos piezas de una casa antigua de techo alto que habían sido convertidos en una sola sala, con un agregado de madera en la parte de atrás que era la “galería” o acomodación barata, mientras en la parte baja estaba la “platea” para quienes podían pagar dos o tres pesos por la entrada.
Esa noche recibí una amarga lección acerca de la diferencia que había entre platea y galería, una experiencia desagradable que he tratado de soslayar desde entonces.
Cuando regresé del cine, mi padre me preguntó: ¨¿Cuántas personas había en el teatro?”
Hice un rápido cálculo. Quince en la platea, incluyéndome a mi y a Carlos, veinte personas en la galería, por lo cual le contesté “unas treinta y cinco”.
“No sea mentiroso (nunca me trató de tú). “En Chanco”, me dijo, “no habemos 35 personas”.
Yo creí que estaba bromeando y le dije que no las había contado, pero que 35 me parecía una cantidad apropiada.
Entonces, para mi sorpresa, me dijo muy serio y hasta enojado que los espectadores que estaban en la galería no eran personas.
“En este pueblo”, agregó, “las personas no pasamos de diez.. los demás son gente”.
Yo recordé que Tarzán hablaba sólo lo indispensable y ahí mismo seguí su ejemplo.

Monday, February 1, 2010

LA BODA

Herman Beals
No eran exactamente los Capuletto y los Montesco, pero, salvo por el romance del cuarentón tío Carlos y la otoñal futura tía Ana, no había amor perdido entre las familias de los novios.
Tampoco ayudaba el hecho de que el novio fuera de Villa Alegre y la novia de San Javier, ambos en el fértil valle del río Loncomilla.
San Javier era un pueblo grande que quería pasar por ciudad, amorfo y sin carácter.
Villa Alegre era sólo un punto en el mapa, pero compensaba su falta de tamaño con un encanto que era la envidia de sus vecinos, una decena o poco más kilómetros al norte.
Nunca supe como se inició el romace. Ninguno de los dos hablaba mucho de ello y parecían llevarse bien, por lo menos la mayor parte del tiempo. A partir de la boda, el tío Carlos ´empezó a pasar bastante tiempo en la casa de su esposa en San Javier, donde moriría en 2009, años después de que falleciera la tía Ana.
Cierto o no, su familia adoptada dijo que el tío Carlos había expresado el deseo que lo sepultaran en San Javier, para estar cerca de su esposa y así se hizo. El nicho que la tía Nana y la tía Aida le habían reservado al lado de ellas, quedó vacío y, en la muerte, Villa Alegre perdió a uno de sus más generosos e ilustrados ciudadanos.
Decenas de años antes, la antipatía existente entre las dos familias se hizo sentir en toda su intensidad cuando la hermana que vivía con el novio se negó a viajar a San Javier para formalizar con la madre de su futura cuñada los detalles de la boda.
La segunda hermana del tio Carlos, Aida, inteligente, bien leída y firme en sus convicciones, también se opuso a la boda y lo hizo saber sin que hubiera lugar a equivocaciones.
La tía Aída era fieramente defensora de sus antepasados y su herencia y tenía la sospecha –que se corrobaría con el paso del tiempo -- que la boda sería como una cuña que abriría una brecha en su familia, con efectos económicos poco deseables.

Así las cosas, el tío Carlos recurrió a una solución poco ortodoxa para satisfacer los deseos de su novia y, posiblemente de su futura suegra, de que debía haber una ceremonia formal de “pedida de mano”.

La solución fue pedirnos a sus sobrinos, Jaime y yo, que fuéramos a San Javier a hablar con doña Margarita a fin de pedirle la mano de su hija.

Así lo hicimos. Doña Margarita era posiblemente el mejor exponente de su familia. Sentada al lado de un brasero, de donder casi nunca se movía, nos trató bien y quedó convenido en que habría boda. No recuerdo bien los detalles, pero me parece que fue Jaime quien habló la mayor parte del tiempo para exaltar las virtudes del tío Carlos con mi entusiasta asentimiento.

Quedó convenido que la boda sería en La Arena, la centenaria residencia de los Lara, dentro de algunos meses.

A pesar de que nunca aceptaron la unión, la tía Nana y la tía Aída se dedicaron con entusiasmo a la preparación de la boda, con decenas de parientes y amigos invitados, pero la enemistad o quizás sólo rivalidad de villaalegrinos y sanjavierinos resurgió con fuerza durante la fiesta. Quizás esa circunstancia fue aumentada por el hecho de que las dos familias “se pasaban pero no se tragaban”, como se acostumbraba decir entonces en Chile ... y quizás se sigue diciendo.

El caso es que los nuevos cuñados y cuñadas del tío Carlos se disgustaron por algo que interpretaron como un desaire cuando la fiesta estaba de lo mejor,.

Hace muchos años y nunca tuve muy claro los detalles exactos de lo ocurrido, pero siempre he creído que lo que enojó a los Garrido es algo que Jaime o yo dijimos.

El matrimonio no comenzaba con buenos auspicios. El tío Carlos, como era lógico, estaba desconsolado y la situación sólo fue superada por la diplomacia de la tía Aida, quien siempre sabía enfrentar las situaciones difíciles cuando era necesario hacerlo.

La familia de la novia desistió de retirarse de la boda. Nunca supimos si también querían llevarse a la novia.

Capulettos y Montescos no eran, y el drama entre ellos no era tan intenso como la tragedia shakespereana de Verona, pero los Laras y los Garridos tampoco eran entonces los mejores de los amigos.