Friday, November 9, 2012

MI MARIDO Y YO

 A la sombra de un gran hombre

Angélica Mora
Apuntes de una Periodista
Nueva York

La relación profesional con mi esposo Herman Beals siempre ha sido... no se como calificarla.
Explico: Tremendo periodista, llegó a la cúpide de su carrera al dirigir el Departamento para América Latina de la United Press International. Estuvo en otras agencias de noticias. Escribió para radio, revistas y periódicos, entre ellos Newsweek. Cubrió eventos internacionales; y en deportes los mundiales de Fútbol (desde el de Chile en 1962).
Su curriculum es brillante y lo he envidiado siempre en su estilo y porque ha viajado por medio mundo.
Jubilado, pese a lo brillante y quizás por eso, no quiere seguir escribiendo... a menos que le paguen. Su razonamiento es: "si llamo a un plomero tengo que pagarle... por qué no me van a pagar a mí por lo que escribo".
Yo por mi parte no espero dinero, porque los artículos en los blogs no son remunerados. Y no me paga nadie -ni la CIA- ni nadie, como me acusa la seguridad del estado cubana.
Escribo sencillamente "porque si no reviento" como dice mi amigo y colega  Manuel Vázquez Portal.
La cosa es que mi marido escribe de vez en cuando para mis blogs y tengo que pagarle. Entre los pagos está hacerle sus comidas favoritas. Como consecuencia, el Hombre se está poniendo últimamente bien gordito.


JAZMÍN Y JASMIN

9 de noviembre, 2012

 Herman Beals
Esta es una historia real que tiene, creo, un final divertido.
Durante nuestra última visita a Chile, fui con Angélica (Mora) a una de las grandes tiendas al estilo estadounidense que han proliferado en el rico y moderno país sudamericano.
El propósito era comprar una valija para suplementar las ya colmadas maletas con regalos y artículos adquiridos por mi mujer.
Cuando entramos a la tienda vi que tenía una farmacia y recordé que debía comprar Diaren, un remedio que hay en Chile para la gastroenteritis y otros transtornos intestinales.
(En un viaje anterior, el agua chilena me había “desconocido”, al extremo de que un familiar me llevó a una clínica donde el médico me puso una inyección y me recetó Diaren. Desde entonces lo compramos por cantidades para tener una remesa en Estados Unidos).
Junto a una atractiva joven de unos 20 años que nos servía de guía en esos momentos, nos dirigimos a la farmacia y yo pregunté a la vendedora si tenía Diaren.
Si, me dijo y me mostró una cajita que contiene las píldoras.
¿Cuántas cajas tiene?, le pregunté.
Nueve, me dijo.
Démelas todas, le repliqué.
Se rió mientras me miraba con sorpresa, pero puso las nueve cajas sobre el mostrador.
En ese momento, nuestra guía le dijo a la vendedora que ella también quería comprar algo y mencionó que deseaba “Jasmín”.
La vendedora volvió con una cajita que le pasó a la joven.
Yo le dije que yo también pagaba esa caja de Jasmín y así lo hice, a pesar de que nuestra guía protestó que era caro y lo quería pagar ella.
Si la farmaceuta puso cara de sorpresa cuando le compré las nueve cajas de Diaren, su expresión de incredulidad aumentó con mi adquisición del Jasmin. Yo creo que pensó que hay que sufrir mucho de diarrea para usar tanto Diaren y también ser bastante descarado para comprar Jasmin para una muchacha que bien podría haber sido mi nieta.
Ya de regreso en Villa Alegre --300 kilómetros al sur de Santiago por la antigua Carretera Panamericana, ahora convertida en la moderna Ruta 5, una autopista que prueba la paciencia y el bolsillo de los chilenos debido a sus numerosos puestos de peaje donde deben pagar altas tarifas a una empresa concesionaria española—me acordé de los medicamentos adquiridos en Santiago, y por curiosidad pregunté a Rosario, la esposa de mi primo Jaime, para qué servía un remedio llamado Jasmín.
“Chary” me miró con la misma sorpresa de la vendedora en la farmacia y me dijo: “Es una píldora anticonceptiva”.
Eso lo explicaba todo.
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Wednesday, November 7, 2012

LOS LATINOS Y OBAMA

NY, 8 NOVIEMBRE 2012

 

Herman Beals
Los votantes de ascendencia latinoamericana, que contribuyeron decisivamente a la reelección de Barack Obama como presidente de Estados Unidos, se han apresurado a recordar al mandatario que “no hay almuerzo gratis”, un adagio favorito de los norteamericanos para indicar que todo se paga en la vida.
Obama recibió más del 70 por ciento de los votos procedentes de los latinos nacionalizados (y quizás de una pequeña proporción de indocumentados sin derecho legal al sufragio).
La cifra contrasta fuertemente con el sólo 27 por ciento de los votantes latinos que prefirieron al candidato republicano, Mitt Romney.
La población de ascendencia latinoamericana es el sector demográfico de mayor crecimiento en Estados Unidos. La gran mayoría se encuentra legalmente en el país, pero hay también 11 millones de indocumentados, según cifras emanadas de las autoridades y de organizaciones dedicadas a proteger a los inmigrantes, tengan estos papeles oficiales o no.
En la elección del 6 de noviembre los latinos aportaron el 10 por ciento de la votación general. En el año 2010 esa proporción había sido del 9 por ciento y dos años antes del 8 por ciento.
Las cifras indican que para ganar la elección, es indispensable que cualquier candidato a la presidencia -sea demócrata o republicano- debe atraer a una buena cantidad de votantes latinos o de otras “minorías”.
Y eso fue lo que hizo Obama: más del 70 por ciento de los latinos, una cifra superior al 50 por ciento entre los asiáticos estadounidenses y más del 90 por ciento entre la población negra que generalmente se inclina por los candidates demócratas, preferencia que, en el caso del actual mandatario, es aún más fuerte por el vínculo de raza.
Al día siguiente de la elección y cuando aún el presidente celebraba su victoria, los dirigentes de varias organizaciones anunciaron que harían una manifestación frente a la Casa Blanca para recordarle a Obama que debía devolver el favor.
Esos grupos desean que el mandatario haga buena lo más rápidamente possible su promesa de impulsar una legislación que reforme las leyes de inmigración.
El propósito final es que los indocumentados tengan la posibilidad de vivir de manera legal en el país e incluso puedan nacionalizarse, si cumplen con algunas condiciones.
El anterior presidente, George Bush, trató, pero fracasó, de impulsar una reforma a la ley de inmigración. Sus correligionarios en el Congreso dijeron que se trataba de una amnistía disfrazada para favorecer a los ilegales, y la propuesta legislación murió sin pena ni gloria.
El esfuerzo de Bush, sin embargo, fue reconocido por los inmigrantes latinos y lo apoyaron en la votación que le dio sus segundos cuatro años en la mansion presidencial.
En los meses anteriores a la elección del año 2008, que le premió con su primer período presidencial, Obama prometió que impulsaría una reforma para poner fin a los problemas de inmigración.
Pero eso fue todo. Su promesa se quedó en promesa.
Probablemente para que esa situación no se repita, los grupos interesados le están cobrando la palabra inmediatamente al mandatario, quien, ya antes de su reelección había admitido que la votación de los latinos era vital para sus pretensiones.
Como dicen, “no hay almuerzo gratis”. Ni siquiera para Obama.

OPORTUNIDAD PERDIDA

NY, 7 DE NOVIEMBRE, 2012

Herman Beals

Debido a su falta de carisma, mal asesoramiento y decisiones equivocadas, Mitt Romney perdió una elección que era más fácil ganar que desperdiciar .
A pesar de su inepto primer período, Barack Obama fue reelegido gracias a una mejor estrategia electoral y una buena comprensión por los demócratas de las cada vez más importantes minorías compuestas por los votantes negros y de procedencia latinoamericana que han surgido en Estados Unidos.
Nada hace vaticinar que los próximos cuatro años de Obama en la Casa Blanca serán diferentes a lo ocurrido desde el 2008 hasta ahora, con el país sumido en una crisis económica y una deuda externa que podría llevarlo por la misma desafortunada senda de Grecia o España.
La victoria en las urnas electorales del primer presidente de raza negra que haya tenido el país fue una recompensa que, a todas luces, no se merecía.
Los éxitos de Obama pueden contarse con los dedos de una mano, mientras que sus deficiencias e incumplimientos de sus promesas demagogas son muchas.
Todos esos hechos, sin embargo, no fueron suficientes para ocultar los factores negativos de la candidatura de Romney, el millonario del estado liberal de Massachusetts que nunca pudo explicar claramente cuál era la medicina que proponía para curar los males de la nación.
El  martes 6 de noviembre una suficiente mayoría de votantes dejó en claro que para ganar la  presidencia se necesitaba algo más que proclamar logros obtenidos como  hombre de negocios de éxito.
Ese fue al argumento esgrimido hasta el cansancio por Romney  para diferenciarse de los antecedentes de “organizador comunitario” utilizados por Obama para ascender en la escalera política de Chicago y del Partido Democrático.
Por supuesto, Romney  no es el único culpable de la derrota. Sus colaboradores en la larga y costosa campaña electoral parecieron aficionados en comparación con las tácticas utilizadas por los asesores de Obama, quienes se propusieron lograr la reelección a como diera lugar, sin importar si los métodos conducentes hacia ese fin eran legítimos o no.
Pero, quizás el hecho más decisivo para la derrota en la carrera presidencial reside en el Partido Republicano mismo y su intransigente “establecimiento”, el sector que impone desde sus esferas privilegiadas el curso a seguir, especialmente con la designación de los candidatos a cargos de elección popular.
Hasta antes de las elecciones primarias, había varios candidatos que parecían más atractivos que Romney para alcanzar la presidencia, pero uno a uno se fueron alejando por considerar que no tenían posibilidades de que sus credenciales fueran consideradas legítimas por la “élite” republicana.
Enseguida Romney se impuso a un mediocre grupo de aspirantes, y aunque nunca fue aceptado plenamente por los sectores más conservadores del partido, al final el “establecimiento” en Washington lo acogió como “su” candidato, con las consecuencias que ahora la mitad del país lamenta.
 ¿Moraleja?
El Partido Republicano debe adaptarse a los tiempos y al pensamiento de la mayoría de sus miembros, desechando las obtusas posiciones de unos pocos... pero, por ahora, esa es otra historia.

Wednesday, September 12, 2012

NO HAY AMOR PERDIDO ENTRE SARAH Y MITT


Sarah Palin Mitt Romney
Por Herman Beals, en Nueva York

Para nadie es un misterio que Mitt Romney y Sarah Palin no son grandes amigos, como tampoco lo son la líder republicana conservadora y el presidente demócrata Barack Obama.
Mientras la ex gobernadora de Alaska y ex candidata vicepresidencial dice las cosas como son, Romney parece pisar sobre huevos para no herir la suceptibilidad de los posibles votantes indecisos que pudieran inclinarse por su candidatura presidencial en las elecciones del 6 de Noviembre.
Con su actitud, Romney está enojando a una amplia gama de conservadores que desconfian de sus posiciones blandas y poco convincentes y, por supuesto, a los seguidores del Tea Party, el amorfo pero amplio movimiento que tiene a Sarah Palin como su heroína.
El sentimiento entre muchos conservadores es que Romney está desperdiciando la oportunidad de atacar a Obama donde más le duele al mandatario: un país al borde del precipicio económico, un desempleo de más del ocho por ciento durante todo su período presidencial y una tendencia del gobierno demócrata a las declaraciones débiles, y hasta casi excusas, cuando Estados Unidos o sus ciudadanos son atacados.
Sarah Palin habla sin embajes sobre las posiciones del presidente y del hombre que aspira a sucederle en la Casa Blanca.
Esto explica que un vasto sector político lamente que ella no se haya presentado en esta oportunidad como candidata a la presidencia y que la gran prensa –dominada en gran parte por la causa liberal (izquierdista)— la ataque, ignore sus puntos de vista y hasta los ridiculice.
En los últimos días, y especialmente después de que Romney pasó por alto la oportunidad en la  débil Convención Republicana que lo proclamó  como candidato a la presidencia,  de despertar entusiasmo y pasión entre sus propios correligionarios y entre los independientes que se inclinan por reemplazar a Obama en la Casa Blanca, han comenzado a surgir voces de alarma entre los conservadores.
Pero esto ha sucedido muchos meses después de que Sarah Palin emitiera puntos de vista claros y precisos sobre cómo el candidato debería enfrentar al presidente, quien, a pesar de su criticada gestión, mantiene un fuerte apoyo entre la base de su partido, los izquierdistas, las mujeres, los votantes de raza negra y los latinos.
Dos influyentes comentaristas conservadores, Rush Limbaugh y Laura Ingraham, condenaron fuertemente la forma como ha sido manejada la campaña de Romney y la manera como se ha comportado el mismo candidato frente a Obama, a quien ellos consideran un fracaso como presidente y, por lo tanto, fácil de derrotar en noviembre.
“Si Obama triunfa, es el fin del Partido Republicano”, afirmó Limbaugh, pronosticando que si ello ocurriera sería reemplazado por un movimiento más conservador y libertario.
Por su parte, Laura Ingraham criticó la débil campaña llevada a cabo por Romney y adelantó casi un epitafio para el Partido Republicano si pierde la elección por causa de su actual directiva .
“Si usted no puede derrotar a Barack Obama con su récord  (que tiene el presidente), mejor que cierren el partido. Ciérrenlo, empiecen de nuevo, con gente nueva, porque ésta es una elección dada, o por lo menos debiera serla”.
Amén, dijo Sarah Palin a lo expresado por la comentarista. “Yo no podría haberlo dicho mejor”.
Mientras la prensa trata de ignorar lo que dice la ex gobernadora de Alaska probablemente por considerarla una actual fiera conservadora y especialmente para las elecciones presidenciales de 2016, Sarah Palin tiene fieles y feroces seguidores que no pierden la oportunidad de exhortarla a que sea candidata en el futuro y que la aplauden por sus claras posiciones del presente.
Una de sus seguidoras escribió en un reciente “blog” de Internet: “Sarah tiene más entrañas en su dedo meñique que Obama en todo su cuerpo. ¿ Por qué, por qué, los estadounidenses no pueden ver esto?

Tuesday, August 14, 2012

RYAN OPACA A ROMNEY



Por  Herman Beals

La selección de Paul Ryan como candidato a la vicepresidencia por el Partido Republicano ha tenido un efecto inesperado y peligroso para el aspirante a la presidencia, Mitt Romney: Muchos se preguntan: ¿No sería mejor que el números dos, en la papeleta de votación, fuera el número uno?
 Ese sentimiento quedó de manifiesto tan pronto como el moderado y hasta políticamente tímido Romney anunciara que Ryan sería su compañero de fórmula en las elecciones del 6 de noviembre. Mientras el candidato a presidente ha despertado sólo un tibio entusiasmo entre los republicanos conservadores, la inclusión de Ryan fue recibida con aplausos y elogios.
El legislador de 42 años, por el estado de Wisconsin, satisface las aspiraciones de los conservadores, mientras que Romney siempre les ha parecido demasiado moderado y hasta vago en su campaña contra el presidente demócrata Barack Obama.
El propio Romney no ayudó a su causa cuando, al hacer el anuncio de Ryan, lo presentó como “el próximo presidente de Estados Unidos”.
Posteriormente enmendó el error, pero el mal ya estaba hecho, como ocurrió en Londres cuando puso en duda algunos aspectos relacionados con las Olimpiadas que estaban por comenzar y que, finalmente, fueron todo un éxito.
La prensa destacó el error, los blogs en la Internet se dieron un banquete y el influyente sitio de análisis político Crystal Ball (Esfera de Cristal) dirigido por Larry Sabato, de la Universidad de Virginia, escribió: “Dado que muchos republicanos probablemente preferirían que los lugares de Ryan y Romney fueran invertidos en la papeleta de votación, esperen ver el error en la presentación (de Ryan como candidato a la presidencia) en la propaganda política por televisión”.
Los casi tres meses que faltan para los comicios dirán quién tenía la razón: los moderados que prefieren a Romney o los republicanos más derechistas que quisieran ver en la Casa Blanca a un presidente que apoye los intereses individuales y no la presencia de un gobierno que aspire a controlarlo todo.
Aunque en fechas recientes Ryan ha negado ser un ardiente seguidor de Ayn Rand, en su juventud y hasta hace algunos años atrás era un ardiente partidario de las ideas de esa intelectual e ideóloga rusa-estadounidense del siglo pasado.
Ayn Rand creía firmemente en el individualismo y en las ideas libertarias, en contraste con cualquier gobierno que actúe como “el hermano mayor” cuando se trata de los ciudadanos de un país.
El escritor Gary Weiss, autor del libro “La Nación de Ayn Rand: la lucha escondida por el alma de Estados Unidos”, recuerda en un artículo para CNN, que en el año 2005 Ryan proclamó que la autora de la novela El Manantial, era “la razón por la cual me involucré en el servicio público”, pero que en abril pasado el legislador dijo que las informaciones sobre su admiración por la intelectual eran “una leyenda urbana”.
Según Weiss el hecho que la novelista fuera atea y estuviera en favor del aborto podría antagonizar a los sectores de la derecha cristiana y a iglesia catolica en general, contra Ryan. 
Es muy posible que una abrumadora proporción de los votantes estadounidenses no tengan ni siquiera idea de quien era Ayn Rand y sus ideas de que las acciones debían basarse en la “razón” y el individualismo, pero no hay duda de que todo esto será esgrimido contra Ryan durante la campaña política, que ya es una de las más sucias en la historia de la lucha por la presidencia en este país.
Lo más probable es que los ataques contra Ryan --y por extensión a Romney-- se centren en el proyecto de presupuesto nacional presentado, y aprobado, en la Cámara de Representantes, por el ahora candidato vicepresidencial.
Aunque Ryan lo niega, los opositores demócratas afirman que ese presupuesto terminaría la seguridad social actual, especialmente en lo que tiene que ver con los ancianos, quienes se verían severamente privados de los servicios de salud que disfrutan ahora.
Ryan insiste que sus ideas reformistas son la única salida existente para evitar la quiebra del servicio de salud para la gente de edad y conservar, al mismo tiempo, las pensiones de los jubilados. Interrogado sobre los planes de Ryan, que forzosamente significarían la reducción o eliminación de muchos programas sociales existentes, Romney trató de divorciarse de esas ideas a los pocos días de hacer su anuncio diciendo que la campaña seguiría su propio plan económico. ¿Significa eso que ya hay fisuras en la campaña Romney-Ryan?
No necesariamente, pero ello puede pronosticar un escabroso camino hasta el 6 de noviembre entre el cauteloso hombre de negocios que quiere ser presidente y el joven político preferido por los conservadores y la poderosa ala republicana constitucionalista conocida como Tea Party.

Friday, June 29, 2012

UN REGALO PARA ROMNEY

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Por Herman Beals

Hace muchos años, un sabio político chileno bautizó a la clase media y obrera de su país como “mi chusma dorada”. Como recompensa, esa “chusma dorada” lo eligió presidente.
Aunque con las diferencias clásicas de un país en desarrollo y una potencia mundial, en los Estados Unidos también existe ahora una chusma dorada. Se le conoce como “Tea Party”, el Partido del Té.
El Tea Party no tiene, por ahora, una estructura definida como entidad política. Se trata de millones de personas que actuan individualmente o en grupos, pero unidas por una férrea creencia libertaria: mientras menos intromisión del gobierno en la vida de las personas y menos impuestos agobiantes, mejor.
El nombre proviene de la época de la colonia, cuando los patriotas que darían origen a la nación más poderosa de la tierra se rebelaron contra el monopolio y los impuestos aplicados por el reino británico y descargaron y arrojaron al mar los cargamentos de té de tres barcos . Eso ocurrió el 16 de diciembre de 1773, dos años antes del comienzo formal de la revolución contra los ingleses. La protesta es conocida como La Fiesta del Té de Boston.
Los adeptos del Tea Party actual votan por los candidatos de sus preferencias en el Partido Republicano y fueron vitales en la reconquista de la mayoría de la Cámara de Representantes en las elecciones legislativas del 2010.
Pero, a pesar de la fuerza demostrada por el Tea Party, las élites tradicionales del Partido Republicano miran con desconfianza y hasta desdén a los millones que comulgan con las ideas de menos gobiernos, menos impuestos y mayor libertad de comercio.
En otras palabras, la aristocracia republicana no acepta a esta “chusma dorada” excepto cuando se trata de contar los votos Sin embargo, todo eso podría cambiar ahora debido a la aprobación por la Corte Suprema de Justicia de la nueva ley de la salud, impulsada por el presidente demócrata Barack Obama.
 Para inmensa sorpresa de la élite republicana, el presidente de la Corte Suprema de Justicia, John Roberts, nombrado por un presidente derechista, George W. Bush, se alineó con los cuatro ministros “izquierdistas” del máximo tribunal del país para ratificar la ley y no declararla inconstitucional.
Los otro cuatro jueces, considerados conservadores, se manifestaron en contra de ley por estimar que viola los preceptos de la Carta Magna. El argumento de Roberts es que la ley de salud se financiará con un nuevo impuesto y que el Congreso, que aprobó la legislación, tiene la facultad de imponer ese tributo.
Los demócratas dicen que no se trata de un impuesto, sino de una “penalidad” para obligar a comprar seguro de salud. Los republicanos afirman que es la mayor carga impositiva aprobada en la historia del país.
 Cualquiera hayan sido los motivos de Roberts, lo cierto es que con su decisión proporcionó al candidato presidencial republicano, Mitt Rommey, una poderosa arma para tratar de derrotar a Obama en las elecciones de noviembre próximo. Esa herramienta habría desaparecido si la corte hubiera dictaminado que la ley era inconstitucional.
El Partido del Té no ha demostrado hasta ahora mucho entusiasmo con la candidatura de Romney por considerar que sus ideas políticas son blandas e inadecuadas para sacar al país de su peligrosa situación económica, con una deuda externa que, literalmente, aumenta en millones de dólares con cada minuto transcurrido.
El Tea Party se opone abrumadoramente a la ley de salud, sentimiento que ha aumentado ahora con la definición de Roberts de que su financiamiento depende de un nuevo impuesto. Por ello, calculan los expertos, la “chusma dotada” del Tea Party votará ahora por Romney, quien ha prometido derogar la ley tan pronto como llegue a la Casa Blanca.
El destino y la política, actúan de manera misteriosa.

Monday, February 20, 2012

UN PAÍS EN MARCHA


 SAN CRISTOBAL 16 FEBR.2012 016
 Foto: Angélica Mora
Herman Beals, desde Santiago

Manhattan es el indisputado corazón financiero mundial, aunque los chinos -con la sorprendente venia del gobierno de Barak Obama- está
n trabajando fuerte para que eso deje de ser una realidad. Sanhattan no aspira a tanto, pero sí tiene la intención de ser el centro del dinero en América Latina.
¿Sanhattan?
¿Qué es Sanhattan y dónde está?
Es el vasto centro de bancos y empresas financieras que crece día a día en el único país de América Latina –
con la posible excepción de Brasil-- con antecedentes serios para ascender el escalón al primer mundo: Chile.
Los chilenos son aficionados a emplear términos en inglés y por eso idearon la palabra.
Unieron la primera sílaba de Santiago con las dos últimas de Manhattan para crear “Sanhattan”.
Sanhattan se extiende por tres comunas del "barrio alto" de Santiago que, no por coincidencia, son la residencia de las clases más adineradas del país. Decenas de edificios de moderna arquitectura alojan a bancos nacionales e internacionales, empresas financieras y firmas que planifican futuras inversiones en Chile.
Dentro de uno o dos meses, será fácil reconocer dónde se inicia este centro de capitales e ideas con la inauguración de un nuevo edificio . Entonces quedará terminado el "Costanera Center" que, con sus 55 pisos será el más alto de América Latina.
Chile es un país en marcha. Todavía tiene que superar la pronunciada brecha en los ingresos de su población de casi 18 millones, pero los drámaticos cambios ocurridos en las últimas décadas son sorprendentes.
Todo comenzó con el modelo de capitalismo y comercio libre impuesto por el general Augusto Pinochet, cuyos métodos de represión aún son rechazados por un amplio sector de los chilenos, aunque los gobiernos izquierdistas que le sucedieron se cuidaron de mantener e incrementar su sistema económico.
"Chile es el país latinoamericano que más se parece a Estados Unidos", dijo un periodista venezolano que anteriormente vivió en América del Norte.
Aunque no total, la similitud entre esta angosta y larga nación que se inicia en la zona árida del norte y desciende hasta el Estrecho de Magallanes y la Antártida, se nota más que nada en su modernismo y en la extirpación de los trámites burocráticos tan comunes  desde el Río Grande
hasta el sur del continente.
Quien recorre la "Ruta 5", también conocida como
Carretera Panamericana, se maravilla de la fertilidad del suelo chileno, especialmente en su zona central y sur.
Viñedos, cuyos límites escapan a la vista,
plantaciones de manzanas, duraznos, kiwis, avellanos europeos, siembras de sandías, melones, maíz, tomates y otros productos de la tierra, se suceden kilómetro a kilómetro a los costados de la autopista.
En todas las regiones han sido construidas modernas plantas de preparación y embalaje de los frutas de exportación.
Muchas de ellas son de capital extranjero, especialmente estadounidense, pero los europeos y asiáticos también están presentes.
Vinos de gran calidad, frutas, madera y otros productos forman un complemento perfecto para la máxima riqueza de Chile, el cobre que abunda en sus valles y montañas. Algunas de las minas de cobre más grandes del mundo se encuentran en esta nación y las subida en los precios de este metal sólo ha acrecentado las sólidas reservas económicas del erario fiscal.
El crecimiento económico de Chile para este año ha sido calculado en el 5,3 por ciento, no al mismo nivel de otros países, pero respetable después de los años de tropezones bajo los gobiernos de centro izquierda hasta que la derecha colocó a su hombre en La Moneda: Sebastián Pinera.
El mandatario, multimillonario y de sólidas opiniones no siempre compartidas por sus compatriotas, ha realizado una buena obra, especialmente en áreas sociales que supuestamente eran el fuerte de los gobiernos izquierdistas que hubo después de Pinochet.

La popularidad de Piñera ha disminuido fuertemente desde el dramático rescate de los 33 mineros que quedaron atrapados en el 2010, una hazaña que despertó elogios y admiración mundial.
Pero las encuestas parecen tenerle sin cuidado a Piñera. No hay reelección inmediata en Chile y sus acciones reflejan más sus antecedentes de exitoso hombre de negocios que los avatares de la política diaria.