Por Herman Beals, en Nueva York
Para nadie es un misterio que Mitt Romney y Sarah Palin no
son grandes amigos, como tampoco lo son la líder republicana conservadora y el
presidente demócrata Barack Obama.
Mientras la ex gobernadora de Alaska y ex candidata
vicepresidencial dice las cosas como son, Romney parece pisar sobre huevos para
no herir la suceptibilidad de los posibles votantes indecisos que pudieran
inclinarse por su candidatura presidencial en las elecciones del 6 de
Noviembre.
Con su actitud, Romney está enojando a una amplia gama de
conservadores que desconfian de sus posiciones blandas y poco convincentes y,
por supuesto, a los seguidores del Tea Party, el amorfo pero amplio movimiento
que tiene a Sarah Palin como su heroína.
El sentimiento entre muchos conservadores es que Romney está
desperdiciando la oportunidad de atacar a Obama donde más le duele al
mandatario: un país al borde del precipicio económico, un desempleo de más del
ocho por ciento durante todo su período presidencial y una tendencia del gobierno demócrata
a las declaraciones débiles, y hasta casi excusas, cuando Estados Unidos o sus
ciudadanos son atacados.
Sarah Palin habla sin embajes sobre las posiciones del
presidente y del hombre que aspira a sucederle en la Casa Blanca.
Esto explica que un vasto sector político lamente que ella
no se haya presentado en esta oportunidad como candidata a la presidencia y que
la gran prensa –dominada en gran parte por la causa liberal (izquierdista)—
la ataque, ignore sus puntos de vista y hasta los ridiculice.
En los últimos días, y especialmente después de que Romney
pasó por alto la oportunidad en la
débil Convención Republicana que lo proclamó como candidato a la presidencia,
de despertar entusiasmo y pasión entre sus propios correligionarios y
entre los independientes que se inclinan por reemplazar a Obama en la Casa
Blanca, han comenzado a surgir voces de alarma entre los conservadores.
Pero esto ha sucedido muchos meses después de que Sarah
Palin emitiera puntos de vista claros y precisos sobre cómo el candidato
debería enfrentar al presidente, quien, a pesar de su criticada gestión,
mantiene un fuerte apoyo entre la base de su partido, los izquierdistas,
las mujeres, los votantes de raza negra y los latinos.
Dos influyentes comentaristas conservadores, Rush Limbaugh y
Laura Ingraham, condenaron fuertemente la forma como ha sido manejada la
campaña de Romney y la manera como se ha comportado el mismo candidato frente a
Obama, a quien ellos consideran un fracaso como presidente y, por lo tanto,
fácil de derrotar en noviembre.
“Si Obama triunfa, es el fin del Partido Republicano”,
afirmó Limbaugh, pronosticando que si ello ocurriera sería reemplazado por un
movimiento más conservador y libertario.
Por su parte, Laura Ingraham criticó la débil campaña llevada
a cabo por Romney y adelantó casi un epitafio para el Partido Republicano si
pierde la elección por causa de su actual directiva .
“Si usted no puede derrotar a Barack Obama con su
récord (que tiene el presidente), mejor
que cierren el partido. Ciérrenlo, empiecen de nuevo, con gente nueva, porque
ésta es una elección dada, o por lo menos debiera serla”.
Amén, dijo Sarah Palin a lo expresado por la comentarista.
“Yo no podría haberlo dicho mejor”.
Mientras la prensa trata de ignorar lo que dice la ex
gobernadora de Alaska probablemente por considerarla una actual fiera conservadora y especialmente para las elecciones presidenciales de 2016, Sarah Palin
tiene fieles y feroces seguidores que no pierden la oportunidad de exhortarla a
que sea candidata en el futuro y que la aplauden por sus claras posiciones del
presente.
Una de sus seguidoras escribió en un reciente “blog” de
Internet: “Sarah tiene más entrañas en su dedo meñique que Obama en todo su cuerpo.
¿ Por qué, por qué, los estadounidenses no pueden ver esto?
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