Herman Beals
19 de enero, 2015.
Después de todo, Raúl Modesto Castro no era tan tonto como a muchos de sus compatriotas les gustaba pensar, o querían creer.
“El fin (de la dictadura) se acerca. Raúl no es Fidel. Es débil, poco inteligente, borrachito y homosexual”, nos dijo a Angélica y a mi en 2006 una destacada opositora cubana exiliada en Europa donde fuimos a visitarla.
Ese fue el año en que Raúl reemplazó a su hermano como dictador vitalicio Los hechos han probado que ella –y probablemente millones de otros cubanos- estaban equivocados.
El hermano menor consiguió lo que Fidel nunca pudo hacer: torcerle la mano a Estados Unidos.
Claro que Raúl fue ayudado grandemente por Barack Hussein Obama quien todavía tiene que encontrar un dictador con quien no discrepar abiertamente como lo demuestran sus coqueteos con Irán.
El restablecimiento de los contactos con la intención de restablecer las relaciones diplomática, es visto con recelo por muchos cubanos y entre un fuerte sector de los conservadores norteamericano pero, de un modo u otro, los castristas y en general los izquierdistas del mundo lo han celebrado con alborozo. Y no es para menos.
Despues de más de 60 años, los hermanos Castro habían vencido al enemigo, aunque todavia hay mucho camino por recorrer y la presencia estadounidese en las playas de la isla caribeña podría acelerar cambios resistidos con mano férera y sin compasión por la gente en el poder.
En la prensa norteamericana izquierdista ya han comenzado a aparecer especulaciones sobre quienes herederán el poder cuando los longevos Castro Ruz desaparezcan de la escena. Perro los posibles reemplazates mencionados podrían ser más dañinos que la vieja guardia.
En un artículo fechado en México, el diario de Washington Post sugirió que los sucesores de los Castro podrían salir de entre los espías devueltos por Obama a Cuba. Según el diario, los tres liberados ahora y otros dos que habían vuelto antes a Cuba tras el cumplimiento de sus condenas, son considerados héroes en su país.
El artículo menciona en especial a Gerardo Hernández, de 49 años, quien estaba cumpliendo dos sentencias a cadena perpetua por conspirar para cometer el asesinato de cuatro miembros del grupo Hermanos al Rescate y otros crímenes.
Eso es como salir de las llamas para caer en las brasas, pero la paciencia de los cubanos para soportar a los dictadores que los han atormentado desde mediados del siglo pasado parece durar para siempre.