Sunday, March 21, 2010
CARLETON BEALS
Herman Beals
Nueva York
Mi tía Mary era la “historiadora” de la familia. Ella me contó que los Beals llegaron a Chile desde Inglaterra para trabajar en la construcción de la vía ferroviaria que, con el tiempo se extendió a la mayor parte del país, aunque ahora prácticamente está en ruinas. Y, me dijo, tenemos un pariente muy conocido. Se llama Carleton Beals y vive en Estados Unidos.
Según la tía Mary, los Beals procedían de la región carbonífera de Birmingham de donde emigraronn dos hermanos, uno a Chile y el otro a Estados Unidos, éste pasando por Cuba. Si eso era cierto, mi madre y mi tía eran primas de Carleton y yo, por carambola, habría sido su sobrino nieto, pero nadie debe tomar esto como un catecismo.
Otros dicen que los Beals se dedicaron a la construcción de molinos de trigo para hacer harina y, en Villa Alegre, donde se radicó mi abuelo, hay un historiador aficionado que escribió que mis antepasados eran de raza negra.
Esto provocó la furia de uno de mis sobrinos, quien amenazó con enjuiciar al historiador aficionado. Yo lo disuadí explicándole que hasta hace algunos años no había negros en Chile y, que de todas maneras, desde mi abuelo para abajo, la mayoría de los Beals eran rubios y, en varios casos, de ojos azules.
Esa eran las características faciales de Carleton Beals quien, a mediados del siglo pasado, era considerado como el escritor estadounidense más versado en América Latina ... y también uno de los más controversiales por sus puntos de vista izquierdistas y contrarios a la violencia, lo cual, brevemente, lo hizo terminar en la cárcel por negarse a participar en la Primera Guerra Mundial.
Un día, mientras trabajaba para un diario en Bolivia, me invitaron a la mina de Huanuni. Entre los presentes había un gringo que, por alguna razón me sonaba familiar. Cuando nos llevaron a los tuneles de la mina, que estaba entre las más grandes del mundo como productora de estaño, el norteamericano y yo nos teníamos que agachar para no tocar con la cabeza contra el cable eléctrico en la parte alta de la excavación. Eso nos llevó a hablar y me preguntó mi nombre, en buen español. Cuando se lo dije, él y yo no podiamos creerlo. Yo soy Carleton Beals, me dijo.
Años después, cuando United Press International me trasladó de Caracas a Nueva York, leí en el libro de referencia “Who is Who” (Quién es Quién), que Carleton vivía en Killingworth, Connecticut, en cuyo cementerio Evergreen (Siempre Verde) está ahora enterrado.
Con Angélica y mi amigo Ted Córdova, un notable periodista boliviano, decidimos ir a visitar a Carleton. Armados de un mapa de carreteras conducimos en mi viejo pero formidable Buick --que había comprado por 500 dólares al llegar a Estados Unidos— y llegamos al cabo de dos o tres horas a la casa de Carleton, quien estaba feliz de vernos.
Una señora que vivía con él (no sé si era su esposa), no compartía esa alegría. Aparentemente creía que este sobrino latinoamerricano de Carleton, aparecido de la nada, podía interferir en los asuntos del escritor.
Fue la última vez que ví a mi supuesto tío Abuelo. Nos sirvió té y galletas en un antiguo “barn”, una construcción de madera separada de la residencia erigida originalmente con fines ganaderos y agrícolas, pero que él había convertido en una acogedera y gigantesca biblioteca. Había libros desde el piso al techo, decenas de ellos escritos por Carleton, la mayoría de ellos exaltando las virtudes de América Latina y sus pueblos.
Fue una visita inolvidable, Carleton, como ya me había dicho en Bolivia, reiteró que nuestras familias estaban emparentadas.
Como dicen en Chile cuando no se está seguro, “a mi que me registren”. Lo único que sé es que Carleton era notablemente parecido a mis tíos Aquiles, Augusto, Osvaldo y Aurelio y tenía el mismo aire y la misma dignidad de mi tía Mary y de mi madre.
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Magnifico relato.
ReplyDeleteOtra cronica del pasado en el presente. Bella y escrita con estilo.
ReplyDeleteEl articulo narra una epoca de Chile que tiene mucho por decir y esperamos otros capitulos tan amenos como este. Bien Sr Beals.
ReplyDeleteMuy buena historia, esperamos otras mas.
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