Sunday, March 14, 2010

EL DURAZNO

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Herman Beals
Nueva York

Entre las varias propiedades que poseía la familia Lara, con la cual viví desde los 15 años, la que más me gustaba era El Durazno.

No había viñedos en El Durazno, como en el resto de las propiedades. Era una chacra con un esterito de riego que contribuía para que las hortalizas y las sandías y melones crecieran en abundancia.

La chacra estaba al este de Villa Alegre, que era nuestro pueblo en el valle del Loncomilla, en lo que ahora es la Séptima Región de Chile. Para llegar había que recorrer varios kilómetros pasando sobre la vía férrea, paralela a lo que ahora es la Carretera Panamericana, y seguir un poco más hacia la Cordillera de Los Andés, en dirección a la pintoresca aldea de Yerbas Buenas.

La parte final del camino estaba bordeada de fragantes sauces y álamos como sólo sucede en el campo chileno, con casitas de adobe y gente amable y siempre dispuesta a compartir con los visitantes.

La primera vez que llevé a Angélica a Villa Alegre, ya con Herman Jr. nacido, la tía Nana “adoptó” a mi esposa, como lo hicieron Virginia y sus hijas, quienes habían ayudado en los quehaceres de La Arena, como se llamaba la casa principal –y se sigue llamando— durante muchos años.

La tía Nana tenía ojos de águila, aunque siempre se lamentaba de que “no veo nada”, todo ello acompañado de um modo directo y franco. "Sin pelos en la lengua", como dicen en Chile.

Un día la tía Nana, su hijo Jaime y el tío Carlos, decidieron que fuéramos a inspeccionar la cosecha, creo que de porotos y maíz, en El Durazno. Antes de partir, la tía Nana miró a Angélica que vestía unos ceñidos pantalones blancos y le dijo: “Muchacha, mejor que te cambies esos pantalones... seguro que se te van a romper”.

Poco después de que llegamos a El Durazno, Angélica lamentó no haber escuchado el consejo. Al tratar de cruzar una cerca de trancas para ir de un potrero a otro, la costura posterior de los pantalones cedió y dejó a la dueña de la apretada prenda usando una chaqueta amarrada a la cintura durante el resto del día.

La tía Nana no podía estar más contenta. “Se lo dije”, le recordó una y otra vez a Angélica,.
Creo que esa fue la última vez que Angélica usó los pantalones pero, como en la película Casablanca, ese fue el comienzo de una hermosa amistad.

8 comments:

  1. De vez en cuando ( me parece que muchas veces) entro al Buen Retiro porque aqui se respira tranquilidad y se disfruta de una lectura que casi nos lleva a disfrutar el paisaje, las costumbres y la vida sana de una familia en su cotidiano vivir...

    Se siente una participe de cada descripcion.

    Hoy quiero enviarle un mensaje al Sr Herman Beals....

    Ud. es un gran periodista, pero a su vez un gran comunicador.....

    Casi, casi, senti el goce de la tia Nana al ver que Angelica estaba muy apretada y la vision de lo que iba a ocurrir.

    E imagino a Angelica cruzando la cerca.

    Muy bonita historia....

    Mis respetos.

    @julita

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  2. Me uno al comentario enterior para decir que entrar a ese mundo es refrescante y parece estar en el medio de la historia.
    Creo que Angelica debe haber aprendido la leccion del pantalon y creer a los viejos que saben lo que dicen. Siga contando mas Sr Beals.
    Saludos.

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  3. Igual a Paul Newman!!!!

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  4. Si Martha, por eso me casé con él.

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  5. Estas viñetas relatan algo autentico de Chile y tienen eso costumbrista desde el primer relato que lei con atencion hace alunos meses pero no se podia dejar comentarios.
    Ahora con un poco de atraso compruebo que se puede y me tendra como un fiel lector de sus cronicas.
    Saludos

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  6. Un lugar lleno de encanto...

    Una descripción poblada de imágenes y suaves aromas, saludos a todos, especialmente a mi querida amiga Angélica.

    Un abrazo con cariño.

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  7. Mas historias. Nos facina lo que encontramos en su blog

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  8. Muchas gracias a todos ustedes por sus gemtiles comentarios
    hb

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