Sunday, July 11, 2010

COPA DEL MUNDO: EL MUNDO SE VISTE DE ROJO

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Herman Beals

Con un solitario gol de un partido en que la escasa calidad fue compensada por abundantes emociones, España ganó el domingo el Campeonato Mundial de Fútbol, haciendo honor a su favoritismo y concretando en realidad su antiguo sueño de llegar adonde muy pocos lo han hecho.

Con el único tanto del encuentro anotado por el mediocampista Andrés Iniesta a los 116 minutos, Holanda fue privada por tercera vez de la copa dorada que es símbolo de supremacía en el balompié mundial. Sus intentos anteriores, en las finales de 1974 y 1978 también terminaron en frustración y llanto.

Esta vez en Johannesburgo los vencedores, también lloraron de emoción. El arquero español Iker Casilla, veterano de tres campeonatos mundiales, no pudo contener las lágrimas desde el mismo instante en que Iniesta conquistó el gol de la victoria.

El triunfo de la “Furia Roja” también despertó lágrimas, abrazos y sonrisas en el palco de honor del estadio Soccer City. La reina Sofía de España y otros miembros de la familia real celebraban así la hazaña de un equipo que superó el serio tropiezo de una derrota al comienzo del torneo, para reagruparse y convertirse en el octavo campeón mundial que haya tenido el mundo.

España se unió a Brasil, Alemania, Italia, Argentina, Uruguay, Francia e Inglaterra como poseedor de la copa que cada cuatro años despierta emociones y genera dramas como ningún otro deporte en el planeta.

Las ansias de ganar y la rivalidad entre los dos finalistas europeos dominaron durante los 120 minutos del encuentro, hasta que Iniesta recibió un pase de Cesc Fábregas y disparó cuando estaba a sólo ocho metros de la boca del arco. Hubo una breve consulta sobre si su posición era legítima, pero su tanto ya había entrado a los anales del balompié.

Fue un encuentro de discreta calidad y abundantes infracciones. El árbitro inglés, Howard Webb, mostró 11 tarjetas amarillas, una cantidad sin precedente en una final y los holandes, que recibieron la mayoría de las sanciones, terminaron con solo 10 hombres en el campo.

Uno y otro equipo tuvieron oportunidades de anotar hasta que Iniesta, considerado como el hombre más tranquilo del cuadro español, tomó la pelota en el área chica y la envió a la red.

Iniesta celebró quitándose la camiseta y en las tribunas, en Madrid, en Barcelona y en el último rincón de España tronaron los aplausos que también tuvieron eco en América Latina donde la victoria fue considerada como propia.

Hasta Don Vicente del Bosque, el hombre que siempre creyó en sus hombres, cambió su cara impasibe para abrazarse con sus colaboradores y con los jugadores, que no siempre compartieron sus instrucciones, pero que en Sudáfrica se convirtieron en los mejores mensajeros del fútbol que él predicaba.

Al sonar el silbato final del partido y del campeonato, hubo otro triunfador: Sudáfrica.

El primer país del continente africado encargado de la titánica tarea de organizar una Copa del Mundo, el torneo más multitudinario de la tierra, respondió con creces a la responsabilidad y su máximo patriarca, Nelson Mandela, quien hizo una breve aparición pública para después presenciar la final desde su hogar, compartió con sus compatriotas la satisfacción de una labor bien cumplida.

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